La transición a prácticas de agricultura regenerativa: El caso de la fresa
Albert Lacunza, Director de Soluciones Agronómicas y Regenerativas
Cristina Trigo, Gerente del Proyecto Madre Tierra
Braulio Torres, Director de Impacto y Aprendizajes
Octubre 2023
La transición hacia una agricultura más sustentable es un proceso que requiere la implementación de diferentes prácticas, y si bien no es un proceso lineal, sí puede explicarse como un proceso gradual. Este proceso empieza por mejorar las prácticas de la agricultura convencional, por ejemplo, mediante la implementación de planes agronómicos que permitan un uso más racional de los fertilizantes. A medida que avanza la transición hacia una agricultura más sustentable, se deben incorporar prácticas regenerativas como la sustitución progresiva de insumos químicos por insumos biológicos, la utilización de abonos en verde y técnicas de agroforestería, para fortalecer la capacidad del agroecosistema para producir su propia fertilidad y así disminuir la dependencia de insumos externos. Aunque no es un esquema exhaustivo, el siguiente diagrama ilustra el proceso de transición agrícola para algunos de los agrosistemas que trabajamos.

Con esto en mente, al diseñar procesos de asistencia técnica con productores de pequeña escala, en Nuup nos hacemos tres preguntas para establecer el modelo de acompañamiento técnico, y así proponemos un proceso gradual de transición de una agricultura convencional hacia prácticas de agricultura regenerativa.

- Esta solución agronómica, ¿mejora la rentabilidad y competitividad del productor?
- ¿La Naturaleza aprobaría esta solución, es decir, es una mejora dentro de los límites del planeta?
- Las nuevas prácticas que se identifican e implementan, ¿pueden conllevar riesgos para el productor? ¿Cómo los mitigamos?
En Nuup, hemos seguido esta lógica de trabajo para fortalecer la cadena de valor de la fresa. En el proyecto Madre Tierra, en Maravatío, Michoacán (Mex), que inició en 2019 junto con nuestros aliados Danone, TechnoServe, Altex y GIZ, nos propusimos promover la innovación y facilitar la adopción de mejores prácticas agrícolas en productores de fresa de pequeña escala. Una pregunta central en nuestro trabajo ha sido: “¿Qué es Agricultura Regenerativa en el cultivo de la fresa en el contexto de la pequeña escala en México?”
“¿Qué es lo que más me gusta? El programa sencillo de fertilización. Saber las demandas de las plantas para aplicar y cuánto... Qué puedo mezclar y qué no, para que no se bloquee. No sabía nada de eso.”
El proyecto ha abordado cuestiones clave como la nutrición del suelo, la eficiencia del riego, la biodiversidad y el uso racional de insumos. Se desarrolló un modelo de acompañamiento agronómico que apodamos como el «laboratorio de los laboratorios» o el «Lab de Labs». Este laboratorio está compuesto por una serie de prácticas agrícolas de transición «mínimas», que se consideran buenas prácticas agrícolas, como mejorar la gestión de riego, y una serie de prácticas “básicas» que se consideran prácticas regenerativas, como la cobertura de suelos. Conforme avanza la transición se busca promover la implementación de prácticas de carácter «avanzado», como técnicas de agroforestería.

Diez productores se unieron al Lab de Labs durante el ciclo de la fresa 2022/2023 para trabajar en la implementación de mejores prácticas agrícolas. Uno de los principales desafíos fue abordar el problema de planes de fertilización, con frecuencia aplicados fuera de tiempo y con un uso irracional de insumos ya que en muchos casos el asesor del productor es juez y parte al ser su mismo proveedor de insumos. Para enfrentar este desafío, se proporcionaron a los productores datos que les permitieran evaluar mejor las necesidades de sus parcelas, empezando por realizar análisis de suelo y planes de nutrición específicos para cada etapa de la planta trabajando de la mano de los compañeros de Tierra de Monte. Los productores lograron ahorrar 50% de los costos de fertilización con la implementación de planes de nutrición y monitoreo frecuentes e individualizados. También se realizaron diagnósticos en caso de plagas antes de realizar recomendaciones de intervención. Los productores transitaron, en promedio, de 2-3 tratamientos químicos semanales a 1 tratamiento al mes; y aprendieron a aplicar otros tratamientos biológicos. Además, se desarrolló un balance hídrico personalizado para cada productor en base a su sistema de riego, que combina semanalmente los datos de su sistema de riego y parcela, proyecciones de clima y humedad del suelo. Al combinar estas tres fuentes de datos semanalmente, los productores recibieron una recomendación clara y concreta de riego lo que permite no solo disminuir su huella hídrica de 50% en promedio, sino que disminuye costos de bombeo y probabilidades de plagas y enfermedades por excesos de agua.
Estos productores de fresa están empezando su transición a modelos regenerativos a través de la experimentación de nuevas prácticas y el uso de información para su toma de decisiones. Será un proceso gradual y no será el mismo para todos los productores. Es importante decir que no tenemos tampoco todas las propuestas de prácticas y respuestas: si trabajamos como un laboratorio es para justamente probar con los productores lo que funciona y desarrollar juntos nuevos modelos de agricultura que mejoran la economía del productor y protegen a la Naturaleza.

Asimismo, se impulsaron prácticas regenerativas que incluyen el acolchado vegetal y el uso de bioplásticos de origen vegetal, barreras vivas para fomentar el control biológico y la polinización, así como el uso de microorganismos desde el trasplante y durante todo el ciclo, evitando así la práctica de desinfección química de suelos. Se probó el uso de rastrojo de maíz en sus parcelas, específicamente se aplicó en los pasillos entre cultivos. La lógica es que, al cubrir los pasillos entre cultivos con rastrojo de maíz, el productor puede reducir al mínimo el deshierbe y eliminar el uso de herbicidas, mientras sigue produciendo fresas. Además, los propios productores han explicado las múltiples ventajas como el aporte de materia orgánica, menor suciedad de fresa por salpicaduras, más fácil la cosecha y mejor retención de agua de lluvia sin provocar encharcamientos ni erosión. Un productor en la localidad de La Trinidad, que produce su propio rastrojo se ahorró $61,500 pesos mexicanos en una hectárea en costos de mano de obra e insumos para el deshierbe. Las prácticas regenerativas son percibidas más útiles si tienen impactos positivos en el bolsillo del productor.
“Pensando en las diferentes prácticas, el uso del rastrojo de maíz parece la mejor para mí.”
El proyecto Madre Tierra destaca la importancia de la agricultura regenerativa, un enfoque que se centra en la restauración y mejora del suelo y la biodiversidad, mientras se promueve la producción sostenible de alimentos. En la región de Maravatío, la agricultura regenerativa ha demostrado ser positiva tanto para el medio ambiente como para los productores. En Nuup seguiremos trabajando para acercar prácticas agronómicas y regenerativas a la pequeña escala.